19 May UN SEGURO PARA UNO MÁS
Con mi hermana y mi hermano siempre hemos bromeado sobre que mi madre tenía cinco hijos: un coche, un perro, una niña y dos niños. Y por ese orden.
El capítulo del coche lo dejaré para otro artículo. Sólo deciros, que si ahora me viera conduciendo el mío, que es un familiar, me diría: ¿Adónde vas con esa furgoneta?
El perro era uno más. Para que os hagáis una idea de hasta qué punto, os cuento una de las anécdotas familiares.
Al poco de nacer mi hermano menor, se incorporó un cachorro de bóxer a la familia llamado Doski. Mi madre, mientras hacía sus tareas, dejaba a Doski y a mi hermano en un parque, ese recinto que se utiliza para tener a los pequeños que aún no andan en un espacio controlado, pero que parece una jaula.
Era verano y mis padres habían alquilado una casa con jardín cerca de Barcelona, que estaba enfrente de un bar-restaurante. Una mañana, mi madre pensó que mientras ella hacía las tareas, el perro y mi hermano, estarían mejor en el jardín, dentro del parque, claro. Así que lo sacó fuera, introdujo a la pareja dentro y ella entró en la casa a trabajar.
Al cabo de unos instantes, mi madre salió alertada por los gritos despavoridos de la gente que estaba en la terraza del bar ¡Señora, señora, que el perro está mordiendo al niño y se lo va comer!– gritaban alertados. Mi madre giró tranquilamente la mirada hacia ellos y dijo: Ah, no se preocupen, solo están jugando.
Doski se hizo un bóxer precioso y al cabo de poco tiempo nos lo robaron. Un gran disgusto para todos.
El de la foto anterior y el de la portada es Obélix, un grifón korthals. Le pusimos este nombre porque ya de cachorro se intuía que iba a ser muy fuerte. Obélix era un auténtico guardián de la casa y de la familia. Era tal su instinto protector, que debíamos tener cuidado cuando nos acercábamos con él a otras personas. Teníamos que hacer un pequeño ritual para dejarle claro que no suponían ningún peligro para nosotros.
Entonces no existían seguros de mascotas que cubrieran la responsabilidad civil por los daños a terceros que puedan ocasionar, ni el robo, ni las visitas al veterinario, que es otro capítulo aparte. Cada vez que íbamos, mi madre se quejaba del coste de la visita y siempre reclamaba para su perro un seguro como el que teníamos el resto de la familia, para cuidar nuestra salud.
Ahora, ella estaría contenta: tenemos soluciones que se acercan mucho a aquello que anhelaba mi madre, con un cuadro de clínicas donde acudir cuando el animal enferma, con servicio de urgencias y hasta con teléfonos de consultas para resolver aquellas dudas que nos surgen y no sabemos a quién preguntar.
Yo lo recomiendo, porque nuestra mascota no deja de ser uno más de la familia y merece estar protegido, al tiempo que nosotros nos aseguramos de que le podremos procurar todas la atenciones que necesite para su salud y bienestar.
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¡Mucha salud!
Ferran Rovira
Socio director de BLOC BROKERS
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